viernes, 12 de octubre de 2007

EJERCICIO DE OTREDAD


He empezado a leerme la versión ilustrada del “Adiós al Séptimo de línea” de Jorge Hinostrosa que Patricio Larraín subió a la sección archivos del foro de la página web de Mauricio Pelayo, y no puedo negar que me sentí agredido por el tono de la novela. Tan agredido como agredido puede sentirse cualquier chileno cuando un boliviano o un peruano exponen sus razones o sus explicaciones respecto a la Guerra del Pacífico, claro está.


En la novela de Hinostrosa ( escrita en 1955 según creo) , las autoridades bolivianas de Antofagasta, y los bolivianos en general, están representados como seres despreciables, viles, rastreros, traidores, violentos, prepotentes y abusivos, y no hacen otra cosa que hacerle la vida imposible a los honrados, valientes, solidarios y animosos trabajadores chilenos, que se ven obligados a formar una liga patriótica para defenderse, y a reunirse clandestinamente por las noches para promover una revolución en el litoral.


Sin ánimo de entrar en ningún debate sobre la legalidad de promover revueltas nacionalistas en un país extranjero ( Es como si la comunidad boliviana residente en Jujuy, por poner un ejemplo, quisiera montar una revolución contra el gobierno de Buenos Aires), la novela de Hinostrosa es el típico ejemplo de mito fundacional sudamericano, o por extensión de cualquier otro país que ha sido escrita con la mejor voluntad del mundo, y que termina envenenando la mente de generaciones enteras. Hace algunos años me leí una novela testimonial sobre la Guerra del Chaco escrita por un soldado paraguayo, y quedé muy sorprendido porque decía exactamente lo mismo que Jesús Lara o Augusto Céspedes, o mi abuela.


Enfocarse a uno mismo desde el punto de vista del otro es realmente difícil, y a veces parece imposible, mucho más cuando “el otro” comparte con tu país y tu gente un pasado violento o difícil. Cuando Hinostrosa se refiere a cualquier boliviano en su novela, yo tengo la impresión de que está hablando de mí o de alguien que conozco. Y ni yo ni ese alguien a quien conozco somos o nos consideramos gente abusiva, violenta prepotente o poco de fiar. De igual manera, cuando un chileno lee la versión boliviana de la historia, se siente molesto, indignado e insultado porque ni él ni sus familiares ni sus amigos se consideran a sí mismos ladrones, abusivos y prepotentes. Y si hablamos del tema del mar, apaga y vámonos.


Pero el asumir la otredad es un arte que hoy en día es vital. Asumir la otredad es cuestión de emergencia. Porque el otro siempre nos pondrá en duda. Porque nuestra visión del mundo, de la historia de la justicia, de la ética es “nuestra visión”, y la visión del otro es “otra visión”, que termina siendo la misma. Excepto porque el otro nació en otra parte.


Por eso la población de Calama no quiso saber nada del rodaje de “Topáter”. Los habitantes de Calama ( o mejor dicho, un grupo de Calameños), se sentían agredidos porque la película de Calasich era boliviana e iba sobre la Guerra del Pacífico. Por eso hubo ese lío tan grande en Tacna cuando iban a presentar un libro de historia escrito por historiadores chilenos y peruanos. Por eso el documental Epopeya levantó una polémica de sálvese quien pueda (a mí me pareció un documental muy interesante, aunque podrían haber rodado más de una secuencia de combate en lugar de repetir siempre la misma. Los soldados peruanos parecían un ejército de heladeros.)


Es suicida hablar de la Guerra del Pacífico en caliente, y mucho menos anclarse en viejas verdades asumidas. Examinemos nuestra historia en frío, intentemos comprenderla en frío. Lo que pasó fue una desgracia en la que todo el mundo salió perdiendo. Bolivia más que nadie, pero Chile incluído. La victoria le costó una guerra civil en 1891. Pero mientras los tres países no seamos de dejar de considerar a la Guerra del Pacífico, y por extensión a nuestra historia como países como un conflicto entre buenos y malos, no vamos a llegar a nada. A absolutamente nada. Por un Cincinato siempre habrá cien Caracallas, por un Trajano cien Calígulas y por un Vespasiano cien Claudios.


Bueno, ya no sigo. Es demasiado tarde
Adios

2 comentarios:

Patricio Greve dijo...

Andrés:

Has dado nuevamente en el clavo respecto a como debe ser presentado un hecho de esa época en la actualidad.

La GdP debe ser presentada actualmente en forma de observador del siglo XXI, es decir como una gran tragedia para los tres países.

Por eso tu comic debe tener ese enfoque, en la gente que la vivió, el soldado, el oficial, el civil, etc. Desde esa perspectiva, mostrando los hechos tal como sucedieron, lo más cercano a la realidad contemporánea; de ahí el que se debe leer muchas obras acerca del tema para tener una visión destemplada y neutral.

Un pequeño aporte a tu obra.

Patricio Greve.

acusticaingenieria dijo...

Sin dejar de mencionar que los ingleses se llevaron casi todo el salitre, mucho del cual quizás iba manchado con sangre de los soldados de los tres paises que se mataron para nada. Cada vez que leo algo acerca de la guerra del pacífico queda la sensación de que esa guerra no ha terminado. Lo cierto es que una guerra es un acto brutal y no es raro que hayan ocurrido los crimenes que se describen. Cuando acabará...