martes, 9 de octubre de 2007

COMBATE DE ANGAMOS




8 DE OCTUBRE DE 1879


En “The Monkey Look” el primer relato de “Rope Burns”, uno de mis libros favoritos y que no me canso de releer, el durisimo personaje irlandés cuyo trabajo es cerrar las heridas de los boxeadores, se sienta frente a una tajada de tarta y una taza de café y se sorprende a sí mismo recordando. Nada en particular. Simplemente recordando.


“ Me pasa cada vez más a menudo. En ocasiones, un año entero de tu vida puede pasar ante tus ojos en el tiempo que te toma el pestañear."

Al igual que el personaje principal de “The Monkey Look” , me he dado cuenta de que pienso en el pasado cada vez más a menudo; y eso me preocupa, porque soy demasiado joven para mirar atrás. Hace un año, me hallaba bajo la extraña impresión de que mi hijo era una figura de porcelana que debía proteger de todo con una ferocidad de loba parida, algo que en los hombres toma tintes verdaderamente patéticos. No sé si el medir la masticación de tu hijo mientras come significa que eres un buen padre o que tu hijo tuvo la desgracia de caer en manos de un neurótico que le hará la vida imposible y a quien terminará odiando a muerte dentro de once años.

Ahora le miro correr, caer, levantarse y rugir para que yo sepa que se encuentra bien. Me gusta el que cuando se siente indeciso frente a algo y especialmente frente a alguien, se ríe en lugar de ponerse a llorar. Siempre ha sido así, y espero que siga siendo así toda la vida. La risa es un don divino. No confíes en alguien que no sabe reír. Esa gente puede llegar a ser muy peligrosa.

Y esto último es algo que necesito recordar cuando me asaltan las dudas. Cuando me pregunto si todo esto sirve para algo. Cuando me pregunto si no seré sencillamente otro freak del cieberespacio que cultiva una obsesión enfermiza por la Guerra del Pacífico del mismo modo que otro freak cultiva una obsesión enfermiza por el manga. Supongo que si Jerry Boyd me escuchase hablar así me haría entrar en razón con un jab de izquierda, y es que paso demasiado tiempo sólo con mis pensamientos, y cuando éstos se aburren, se dan la vuelta y te atacan. Es lo que pasa cuando uno se pasa más tiempo mirando por la ventana de un ordenador que por la ventana que da a la calle.

El 8 de Octubre de 1879, después de haberse enfrentado prácticamente en solitario contra toda la armada de Chile, el almirante Miguel Grau Seminario moría en alta mar. Ese hombre duro por fuera y dulce por dentro que hizo de su vida un ejemplo de caballerosidad y respeto por el enemigo, no dudó ni un segundo en salir al encuentro de su destino cuando era evidente que tenía las de perder, y su destino llegó volando hasta él, en forma de granada explosiva y lo repartió a cuatro vientos.
Rodeado y sin escapatoria, cosido a tiros y a cañonazos, y huérfano de capitán, el monitor Huáscar se batió contra sus enemigos sin dar ni pedir cuartel hasta quedar inutilizado. Sólo entonces pudo ser abordado y llevado a Valparaíso.

Con el Huáscar fuera de escena, la invasión del Perú sólo era cuestión de tiempo.

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