Este pedazo de foto que tomó un señor llamado Steve Bannister cuando fue a La Paz y que yo me fusilé sin miramientos, fue tomada en la calle Sagárnaga, donde se encuentra “ El mercado de las brujas”. Le llaman así, porque toda la calle está abarrotada de puestos como el de la foto, donde se vende todo lo necesario para conjurar maleficios, atraer la buena suerte, bendecir los cimientos de una casa, hacer “amarres” para las parejas, comprar amuletos y remedios tradicionales o ir a que un yatiri te lea la suerte en las cartas, las hojas de coca o el estaño.
Cada una de las estatuillas que están expuestas tiene una función en particular. Las hay para dar suerte en los negocios, protección en los viajes, para proteger niños o atraer al ser amado. Esas cestas de los lados están llenas de fetos de llama desecados. Estos fetos son abortos naturales, las llamas abortan con frecuencia durante la época de lluvias. Los obreros enterraron uno bajo nuestra casa, y también hay un bajo los cimientos de la antigua casa de mi abuela. Se comenta que debajo de los grandes edificios del centro de la ciudad, lo que se enterró no fueron fetos de llama sino a algún pobre desgraciado que tuvo la mala suerte de estar cerca, porque los edificios eran demasiado grandes como para que solo un “sullu” pudiese protegerlos.
Debajo de todo están los portasahumerios. En ellos se deposita la “mesa”, que consiste en una hoja de papel blanco ( que yo sepa sólo se venden elementos para la brujería blanca, aunque dicen que también se pueden encontrar brujas negras en esta calle), sobre la que se pone un vellón de pelo teñido de colores, y las tabletas de azúcar de colores ( que son varias, dependiendo de los motivos y se venden en bolsas de plástico transparente), junto a un trozo de palo santo, junto a un sullu envuelto en papel estañado o un poco de grasa de llama si es que la ceremonia es para bendecir los cimientos de una construcción. Todo esto se quema con la ayuda de un hechicero y se ofrenda a la pachamama en una ceremonia. El olor de los sahumerios es penetrante, dulce y muy intenso, y uno siempre sabe cuándo alguien está bendiciendo algo ( sea el ordenador, el coche nuevo, incluso una radio), porque el olor del sahumerio se expande por la calle y se cuelga de tus fosas nasales. ¿ A qué huele el sahumerio? A misterio. Así de simple.
En uno de estos puestos ( posiblemente incluso en el de la fotografía), compré una pachamama que tengo en casa sobre la cocina. A ella le cuento mis problemas y le pido que me ayude y que nos proteja siempre. Hacia el final de la calle, mi mujer y yo fuimos a comprar recuerdos para los amigos, y una bruja nos dijo que el bebé sería niño, cuando Sibylle ni siquiera estaba en el tercer mes de gestación. Mi hermana se hizo leer la suerte y todo lo que le dijeron se cumplió al pie de la letra. Creas o no creas en las brujas, de haberlas haylas.
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