jueves, 26 de marzo de 2009

OLIVIA



En la novela original de Alcides Arguedas, el amor imposible del personaje se llamaba Sara, y siguiendo el ideario de la mujer perfecta de por aquel entonces en la literatura criolla, era una "españolita" cuya familia se había afincado en la gran ciudad que, ensoberbecida por las atenciones recibidas de la buena sociedad paceña, había dejado al pobre capitán con el corazón roto.

En mi novela se llama Olivia. ¿ Porqué?

Imaginaos a mi pobre personaje, lejos de la mujer que ocupa todos sus pensamientos, en un lugar tan hostil e incómodo, rodeado de mugre, de sed y de hambre, violencia y miseria. Soñando con volver a verla. Y lo único que escucha cada día es el nombe de su país en boca de todo el mundo. Bolivia para arriba y Boliva para abajo y Bolivia y Bolivia y Bolivia, mientras él sólo piensa en Olivia y en Olivia y en Olivia.

Mi abuela Graciela esperó a mi abuelo cada día durante dos años sin saber si volvería a verlo o no. Finalmente, en 1935, cuando Bolivia perdió la Guerra del Chaco, él apareció a lomos de una mula y se subió a mi abuela en las ancas. Mi abuela tiene más de ochenta años, y está cada día más vieja. Pero nunca olvida ese momento, y cada día habla más al respecto. Creo que cuando le llegue la hora, no será la pálida dama la que venga a buscarla, sino el oficial que ella conoció cuando tenía dieciséis años, que vendrá a por ella en una mula y se la llevará a un lugar donde nadie tiene artritis ni reumatismo ni cataratas ni alzheimer.

El hombre es sólo un puente entre el amor y la muerte.

martes, 24 de marzo de 2009

FINALMENTE OTRO DIBUJO....


Llevo días extraños. Y no es sólo la primavera, aunque supongo que tendrá algo que ver.

Afortunadamente, este mes lo tengo resuelto en cuanto dinero. Pero el mes pasado no recibí casi nada, lo que significa que el dinero que llegue a fin del mes que viene será dinero a deber.

Y busco trabajo y busco clientes, y nadie tiene mucho que ofrecer, y a mi alrededor todo el mundo está igual que yo.

Y finalmente tengo la tan añorada oportunidad y el tiempo de abocarme a dibujar, pero lo hago con las antenas erguidas, pensando en que quizás el teléfono sonará de aquí a dos segundos para encargarme algún trabajo.

Ayer me ví una de Werner Herzog, tomé un helado con mi hijo, seguí su trote de tigrillo por la plaza, cargando con su mochila, mi bolso un gofre a medio comer. A veces pienso que los padres deberíamos desarrollar brazos extra con cada hijo.

Aquí va un dibujo. A ver qué os parece.

Andrés

lunes, 2 de marzo de 2009

QUE TRISTE ESTOY SIN ACORDEON

Echo de menos tocar el acordeón. Y con lo que valen, la nostalgia me durará mucho tiempo.
Me encuentro con el fantasma de mi Hohner cuando miro las cosas por el rabillo del ojo, y lo veo ahí con sus botones blancos y la correa negra y gastada, el forro de celulosa con brillos y las ranuras de latón por donde respiraba.

¿En qué estaría pensando cuando lo maté de una manera tan estúpida?

La respuesta es sencilla: no estaba pensando.

Y ahora me va a costar mucho encontrar un nuevo acordeón.

Hay un argentino en la esquina que tiene uno y lo toca, y me lo encuentro cada vez que voy a comprar pan, y el tío no tiene ni la menor idea de cómo tocarlo. Intenta tocar el Starman de David Bowie y lo hace de pena.

Hoy estoy triste. Y no es porque es lunes.

domingo, 1 de marzo de 2009

QUE POCO HE ESCRITO ULTIMAMENTE


Eso no quiere decir que no haya estado dibujando.

Poncho me dijo que debería hacer algún cómic sobre la Primera Guerra Mundial, y mira que siempre me fascinó el tema, pero desde que Prat dejó el listón tan alto con Enemy Ace, a ver quién es el guapo que se atreve. Además, la guerra de las trincheras no tiene nada que ver con mi memoria colectiva, así que no sé si podría hacerlo. Aunque quizás, rascando varias capas algo podría salir, porque había un doctor alemán que creo que fué novio de mi bisabuela y que la abandonó prácticamente al pie del altar en 1915. No sé si debería hablar de esto, es el secreto mejor guardado de mi familia. O lo era.


Así que cerremos la historia inconclusa de la sacada de enjundia en el puerto de Arica y después ya iré subiendo más cosas.

Gorilo se maravilla de haberse roto los nudillos en las costillas flotantes de alguien, así que lo levanta del suelo y lo invita a tomarse algo con él. Parece tópico, pero la mayoría de las peleas a las que asistí en el instituto terminaban así. Una explosión de brutalidad potril seguida por un compadreo Neanderthal y levemente homoerótico. Mis dos peleas terminaron así, (aunque no tuvieron el componente homoerótico)y las dos fueron con el mismo chico. Todavía me acuerdo de él. Un armario de rizos rubios, mejillas siempre rojas y mirada demente que jugaba a ser el chulo del patio hasta que se enrolló con su prima cuatro años mayor que él y se pasó tres años con la sonrisa boba, los ojos de cordero degollado y la laxitud propias del afortunado que ha recibido el regalo de la sexualidad satisfecha a los dieciséis años de edad. Huelga decir que no volvió a pelearse ni conmigo ni con nadie. Tenía cosas mejores que hacer en casa.

Por cierto, las dos peleas conmigo las perdió, una de ellas por un directo que le metí que hizo historia. Después de aquella pelea, nadie me buscó las cosquillas en el barrio. Pero yo no tenía prima mayor que me revolcara y él sí, así que a fin de cuentas el que salió ganando fué el.

En fin....

La ilustración de abajo es la estación de trenes de Arica. Al fondo se puede ver el morro y atrás, a mano izquierda, la aduana.

Los tres dibujos pueden mejorarse.