sábado, 7 de junio de 2008

SABADO


Visitar el Mont Juic por Plaza Espanya siempre ha sido para mí una experiencia ultraterrena.

Este lugar, donde el sol cae a plomo sea invierno o verano, nunca ha despertado en mí ningún sentimiento de relajación, sino al contrario.

El lugar parece un templo faraónico flanqueado por esas dos enormes torres, señalizado por la Plaza Espanya y observado de lejos por la Plaza de Toros.

Cada vez que paso por ahí, siento que estoy asistiendo a alguna especie de sacrificio, que soy un penitente obligado a soportar la reverberación criminal de un sol de justicia que penetra la piel, atraviesa los huesos, e irradia un calor permanente desde la médula todo el santo día.

Y además, forma parte de mi calendario anual, porque desde que el Saló del Cómic se celebra ahí, cada año que pasa es un año más sin que Pisagua haya sido publicada en España.
Y ya puestos, la Casa de la Cultura en La Paz es otro tanto, ya que gracias a mi
supuesto "editor", a quien no insultaré por motivos de espacio, Pisagua lleva dos años seguidos sin aparecer por ninguna parte.

Una cosa que me acostumbré hacer el último día de Julio, o el primer día de Agosto, (en este país que mide el paso del tiempo por las vacaciones de verano,) es el ir por la noche a Plaza Espanya para ver la fuente y sus colores, sus celajes, sus formas y sus evoluciones, antes de despedirme de Barcelona por un mes.

Cada año, con mi hijo en brazos o sentado sobre mi cabeza, veía el agua cambiar de forma y de color, disfrutando de la brisa colándose por la guayabera y enfriándome la cabeza, al tiempo que me preguntaba qué pasaría al año siguiente, qué dirección tomaría mi vida, qué nuevas experiencias me deparaba el destino, y si mi vida cambiaría alguna vez.

Y ahora, que en lugar de hacerme esas preguntas estoy intentando contestarlas, me pregunto si dentro de un mes y dos semanas ( o tres), me preguntaré lo mismo tras llevar a cabo el mismo ritual de todos los veranos : Afeitarme la cabeza, frotarla con aceite de té verde, y salir a la calle para sentir la brisa del mediterráneo diciéndome que todo saldrá bien, que las cosas están cambiando para mejor, que no me preocupe tanto, que todo es cuestión de tener fé.

Como si las cosas fueran tan fáciles.

Este dibujo se llama " No mires atrás" . Y en él, mi triste capitán está pensando lo mismo que yo en este momento.

"Como si las cosas fueran tan fáciles."

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