miércoles, 3 de septiembre de 2008

ATERRIZANDO


He regresado.

Aunque no del todo. Aunque poco a poco. Aunquer voy por partes. Pero voy aterrizando tras un mes de horizontes infinitos y planes a prueba de fallos. He vuelto a esta Barcelona indiferente y soñolienta que apenas si se ha dado cuenta de mi regreso.

Y todo está tal y como lo he dejado.

Lo único distinto soy yo, y no tanto por haber ganado un poco de peso o regresar moreno por el sol del desierto. Esos son cambios superficiales que desaparecerán con un par de días de patear las calles o esconderse de la luz del sol en los túneles del metro.

Pero he visto a mi hijo saltar bajo el sol, jugar con sus primos, dormir abrazado a un huskie en la sala de estar.

Hemos subido y bajado colinas a velocidad suicida en un Four Wheeler y he visto cómo el viento echaba su pelo para atrás. Lo he visto quedarse embelesado ante las llamas de una hoguera, lo he visto perseguir luciérnagas con la mirada. Lo he visto dormirse mientras se comía un helado. Lo he oído reírse en sueños. Y momentos así son inversiones a largo plazo en las cuentas del alma que vienen a salvarte cuando las cosas se ponen duras.

Y como siempre, las cosas no pintan nada bien. Asi que veamos cuán duras pueden ponerse las cosas. Esta ciudad no se caracteriza por tener piedad con nadie.

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