sábado, 27 de septiembre de 2008

ES OFICIAL


Ha empezado el otoño.

La luz del sol entra clara y sin manchas por la ventana, Amy Winehouse canta en la radio y no dejo de preguntarme, como siempre que la escucho, si un día morirá en el escenario y alguien hará una película de su vida.

Mientras tanto, un rastro de kleenex arrugados en el suelo se burla de los días de mi juventud en las que era mi ropa y no mis pañuelos la que se pasaba más tiempo en el suelo desordenada que puesta y yo me pasaba más tiempo entre las sábanas que fuera de ellas, pero no precisamente por estar enfermo.

Tirado en cama, llevo un horrible pijama de franela a rayas, me duele la garganta de tanto haber tosido la noche anterior, mi cabeza parece dudr entre pesarme y darme vueltas y el agotamiento ha hecho mella en mí. Eso significa que el otoño ha llegado con todo, y vuelvo a estar en uno de mis estados normales: Resfriado bajo el sol.

No sé si el virus me lo pasó mi hijo del cole, o si este es un resfrío provocado por el stress, por la combinación de frío y calor, por el asma mal curada, por el demasiado tiempo libre, la falta de trabajo, la crisis....

En fin.

Ahora tengo tiempo para estar conmigo mismo y macerarme en lociones mentoladas, té caliente y agua por galones hasta convertirme en el hombre eucalipto.

Dentro de un par de días seguiré escribiendo, si no echo raíces y a mi hijo le da por columpiarse en mis ramas.

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