jueves, 12 de diciembre de 2013

MI ESTOMAGO YA NO ES LO QUE ERA

En la calle Sant Pau hay un lugar donde venden unos bocadillos enormes a dos Euros. Los hacen con las sobras de los donners de pollo, esos trozos que llevan horas cociéndose en su propia grasa. El lugar queda frente a un estudio de tatuajes y echan todo el día películas pakistaníes mal subtituladas.

Aunque el pollo y el pan no hacen buen maridaje, ni fríos ni calientes ( menos que sea pan de maíz, pero para eso debes ir al sur de los Estados Unidos), con mayonesa y picante el asunto funciona, y además tienes la oportunidad de quedarte con cara de idiota mirando películas salpimentadas con espléndidas muchachas morenas de hombros y vientres de infarto cantando las canciones más extrañas y todas siempre tienen  la misma voz.

Quizás sea que me estoy haciendo viejo, pero últimamente los donners me sientan mal.  También es cierto que algunas están tan secos y mal hechos que a veces la carne parece las virutas de un lápiz tajado.

En mi caso, lo realmente vital debería ser dejar de beber tanto, pero no creo que mi estómago sea el de antes, y eso que siempre estuve orgulloso de no tener problemas estomacales, que son de los peores. Humillantes y malolientes, allá donde más duele.Así que sólo por si acaso, creo que el próximo donner que me coma será el último donner de mi vida, lo cual me entristece, porque los donners siempre fueron parte de mi juventud Barcelonina.

Lo que sí tengo seguro, me coma o no más donners, es que nunca sabré cómo terminan estas pelis de Bollywood, porque no tengo cuatro horas y media para quedarme a verlas y porque el subtitulado es sencillamente criminal .


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