Hoy he tenido dos o tres momentos en los que pensé qué más da. Un cigarrillo no va a matarme.
El demonio que tengo dentro está durmiendo por el momento, y tengo la suerte de que hoy tengo que estar con mi hijo todo el día, así que no hay peligro por el momento. Pero a la caída de la noche, cuando esté dibujando y tenga todo el tiempo del mundo, existe un enorme riesgo de que decida contemplar algún dibujo particularmente bien hecho y me encienda un cigarro como utilería estética más que como otra cosa. Pero la nicotina en mi corriente sanguíneo seguiría siendo la misma.
Estoy tosiendo un poco, expectorando un poco también. Alguien me comentó que el mono del tabaco sólo dura un cierto tiempo y no es un mono físico sino mental. Así que voy a beberme un vaso de agua helada y contar hasta cincuenta cada vez que tenga ganas de fumarme un cigarrillo. Lo único que me molesta es el hecho de que aparte del dibujo y mi hijo, amén de pequeños momentos de felicidad, no tengo ningún placer en esta vida que pueda ser considerado como un placer con mayúsculas. Un año de castidad despierta muchos fantasmas internos, y el alcohol y el haschísch no hacen más que atizarlos, excitarlos y animarlos a revolverse en todas las direcciones posibles. Son las once y media de la mañana y creo que lo mejor será salir a la calle a olvidar estas cuatro paredes.
Tengo un proyecto de dibujo muy interesante entre manos. Pero todavía no puedo revelar qué es.
1 comentario:
Veo que vuelves a tu "Blog-diario" narrando con ese estilo tan oscuro que te caracteriza y con nuevas ideas artisticas en el caldero, me alegra volver a leerte...
Felices Fiestas!
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