viernes, 18 de diciembre de 2009

DE DERROTA EN DERROTA


Estoy batallando contra un demonio pertinaz y posesivo que volvió a dominarme en Agosto después de cuatro años de haber roto con él.

No me lo puedo creer, y me da rabia y verguenza tener que admitir que he vuelto a fumar.

Dejé el tabaco hace cuatro años y algo más, cuando mi hijo estaba a punto de nacer.

Dejar esta adicción fué una liberación enorme. Un motivo de orgullo, que me separaba del montón de idiotas con el que me pasé tantos años trabajando, que me liberaba de tener que salir de la oficina para chupar nicotina como un yonqui.

Y en Agosto de este año, desesperado por no poder encontrar trabajo, viendo que todo lo que había construído se venía abajo, solitario más allá de la rabia y la frustración, cambié de vivienda por un tiempo y empecé a cenar una cerveza con fanta limón y un cigarrillo antes de dormir. Afuera Barcelona se cocía en sus jugos, Grácia era una fiesta mayor, y mi refugio era un ático en vía Augusta desde donde veía la ciudad palpitando por las noches, mientras yo dibujaba como un poseso y me pasaba los días trabajando en una compañía de seguros después de enchufarme dosis suicidas de Moriarty, Coco Rossie y Anthony and the Johnsons. Me leí el Diario de un Ladrón de Jean Genet, y conocí a puerta fría barrios de Barcelona cuya existencia jamás habría podido concebir.

En Diciembre del año pasado, rompí con una mujer trampa, quizás porque mis bronquios se resentían al sentir el aroma de sus cigarrillos. Pero en ocasiones echo de menos su aura de Shalimar y vino tinto, o esa voz de terciopelo púrpura que fluía como un río de Merlot...

Maté a mi acordeón de un golpe contra la pared, y por mucho que desee su partida, la soledad se aferra a mí como una mantis religiosa, devorándome cada noche y escupiéndome por las mañanas.

Y para colmo de males, vuelvo a sentir esa absurda sed pulmonar, y pongo mi vida y mis problemas en una repisa para tomarme cuatro minutos de pausa metiéndome veneno por vía intrapulmonar en una esquina como un yonqui que se mete heroína en un callejón.

Estoy decepcionado conmigo mismo. Nunca pensé que podría traicionarme de esta manera.


Necesito mejorar en todos los aspectos, volver a lucir mis garras, y en lugar de tirar para adelante vuelvo a la adolescencia. Me encierro en lavabos y balcones y me apalanco en la butaca del bar para echar humo por la boca y la nariz como un demonio demente mientras mi hijo duerme con la respiración profunda de un cachorro agotado.

Quiero dejar de fumar una vez más. Pero no lo lograré si no llevo un método de control más directo que el mirarme al espejo, intentar hablarme y no hacerme ni puto caso.

Si mañana escribo en este blog que he fumado un sólo cigarrillo, será que la adversidad ha sido más fuerte que yo.

Habrá que ver si todavía conservo parte de las agallas de las que me enorgullecí en el pasado.

Fuck you John Constantine. Although I could use a pint with you and a succubus between my bedsheets.

No hay comentarios: