Día ceremonial.
Hoy, como cada año, me corté el pelo frente al espejo hasta dejarlo en cero.
Hoy es un día especial. Día de renacer. Día de esperanza. Día de renovar mi fé en el futuro.
Día de perdonar. Perdonarme a mí. Perdonar a los demás.
Día de intentar una vez más lo que siempre parece imposible.
Día de recordarme que nada se gana ni se pierde hasta que se gana, o hasta que se pierde.
Día de rectificar, de agradecer lo que tengo, detener la inercia.
Y mirarme a los ojos de verdad. Y de alegrarme de ser capaz de sostener mi propia mirada.
Mañana seguiré con el blog.
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