jueves, 28 de enero de 2010

UNO VA, CIERRA LOS OJOS...

Los vuelve a abrir y de repente ya han pasado diez años. Y muy pocas cosas han cambiado realmente.

Es como si el reloj de arena tuviera un agujero por alguna parte y el tiempo se fuera escurriendo, mientras yo pienso exactamente en las mismas cosas en las que llevo pensando años y años y años, haciéndome las mismas promesas, sugiriéndome las mismas ideas, y postergándolas una y otra y otra vez.

Y todo es un continuo lo mismo, sólo que las cosas son cada vez más viejas, más gastadas y más conocidas, cuando hasta la rutina de pelearte en casa por alguna estupidez, salir dando un portazo jurando no regresar y emborracharte como un estúpido para regresar a la medianoche se vuelve absurda por repetición, y terminas riéndote de tí mismo mientras bajas las escaleras.

Porque siempre es igual. Siempre extiendo a dos manos todo aquello que me emociona, y me encuentro con una mirada fría, impaciente, de inhumana eficiencia, que me reprocha que tengo la cabeza en las nubes mientras se aboca a cosas más importantes. Y yo voy y me frustro y me enfado, y cojo mis cosas y me voy maldiciendo mi vida y todos los años que he perdido, para patear calles y buscar lugares, diciéndome que he perdido mi tiempo miserablemente, que he tirado toda mi existencia a la basura, que he llegado a no ser nada y que finalmente ya no sé ni qué quiero, porque tengo demasiado ruido en la cabeza, y porque lo único que me impide suicidarme es el hecho de que no quiero terminar como un bulto rígido, frío y apestoso que será descolgado a cuatro manos por la policía, iniciando un engorroso y doloroso proceso que tendrá que ser solucionado por terceros.

¿Entonces cuáles son mis opciones?

¿Seguir viviendo esta mierda de vida hasta que me salga un cáncer por stress para terminar muriendo miserable y dolorosamente una mierda de muerte?

¿Ir a olvidar que tengo esta mierda de vida en el bar con dos medianas y un porro para terminar otra vez con una bronquitis que me hace respirar como un perro pequinés, y que me salga un cáncer por vicioso y terminar muriendo miserable y dolorosamente una mierda de muerte?

¿Visitar una y otra vez mi cuenta de correo para ver si me llegó algún mensaje para poder hablar con alguien para olvidar que tengo una mierda de vida y que me salga una hernia discal?

Porque no creas que no intento cambiar las cosas. Pero es que nada cambia, joder.

Y una vez más , uno piensa en escapar, en irse, en terminar sus días en el extremo del mundo más alejado a este lugar, y se empieza a imaginar maneras de empezar de nuevo, que son rápidamente anuladas por los miedos, que son lo único que permanece radiante y nuevo, cuando todo lo demás empieza a deshilacharse por los extremos.

Si no estuviera tomando antibióticos, hoy me metería litro y medio de anestesia en la barra del bar, hablaría de estupideces con los parroquianos, me fumaría tres porros y terminaría a las dos de la mañana utilizando el inhalador sólo para poder dormirme.

En fin. A ver si el fin del mundo llega de una puta vez. Pero no antes de que mi novela sea un bestseller.

1 comentario:

yoanam2 dijo...

supongo que muchos nos reunimos en quimeras al otro lado del mundo