Cada vez más a menudo, me encuentro con alguien leyendo a Steig Larson en el metro.
No es nada del otro mundo aquí en España. A la gente de aquí le gusta el rebaño. Por ir y hacer cosas en grupo, no me sorprendería que se instaurara la moda de ir juntos al lavabo, y no precisamente para empolvarse la nariz.
Recuerdo que cuando llegué, todo el mundo leía Los Pilares de la Tierra. Después todo el mundo leía las Memorias de una Geisha, y un par de años más tarde, era el Código da Vinci, o Angeles y Demonios, o Harry Potter, o alguno de esos fenómenos editoriales que cada año hay uno.
Cómo me gustaría ser un fenómeno editorial. Encontrarme con mi libro en manos de otra gente en todas las estaciones de tren, preguntarme si no me he convertido en algo así como un popcorn mental, porque claro está que cuando algo es taaaaan popular y taaan aceptado, queda muy bien decir que es una mediocridad, así nos las damos de exquisitos.
Por mi parte, de todos los libros arriba citados, sólo me leí las Memorias de una Geisha, y me encantaron. Intenté leer los Pilares de la Tierra pero me aburrió. Será porque soy hijo de un arquitecto, y como casi todos los hijos de arquitectos, o adoras la arquitectura y eres arquitecto, o la sóla mención de ella te da alergia y eres cualquier cosa menos arquitecto, y yo soy cualquier cosa y la arquitectura me da alergia.
Pero se me vino a la cabeza que Steig Larson se suicidó, que fumaba tres paquetes de tabaco y bebía como un litro y medio de café al día, que la autora de Harry Potter es una bruja o que hace dos días Michael Jackson terminase sus días de una manera tan triste.
Da para pensar. Igual y lo peor que le puede pasar a cualquier autor es ser un best seller.
No lo sé. De todas formas mi vida se está cayendo como un castillo de naipes. No sé cómo voy a terminar.
Mientras no sea colgando de una viga....
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